Acá estoy, impregnándome de cosas que me llevan por delante. Intento entender todas las otras cosas que no comprendo, y la cabeza se me llena de pajaritos o de tata dioses y huelo a campo en medio del asfalto intoxicado de la ciudad. Hay un porqué, lo sé, pero no sé decirlo. El vestido de flores no me queda como antes y no quiero otro. Un día vendré a reclamar y me van a dar una bofetada por impertinente y atemporal. Dónde es que está esa mirada que todo lo puede?. Un perro rosa y salamero me huere el zapato y parece que le doy hambre. Necesito amantes, me dice ese Don Juan en camiseta malla y saludo al revés, tan simpatico con su pantufla agujereada y sus ochenta años en la espalda. Hay algo que me pica en el hombro mientras me dice algo al oído que no sé escuchar y solo balbuceo las frases que alguna vez escribí en aquellas cartas que mi timidez me obligó a dejar guardadas en el tercer cajón de la mesita de luz. Hoy no hay beso. Me paso leyendo la historia y no sé a dónde quiero llegar porque el camino amarillo se acabó hace rato. Es que acaso estoy en Kansas? No, es más simple o más complejo que eso. Para llegar a casa sólo necesito que se hagan las 7 de la tarde y encuentre el perfume que me calma y me sana de todos los males del mundo. Pero también es el que me enloquece y el que quiero esconder debajo del tapete de la puerta para que no me moleste con sus interrupciones. Nada, necesito esta descarga. Hoy creo que acepto invitaciones. Quizás porque hoy es mi último día Beatle.
jueves, 13 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Vuelvo al blog, como se vuelve siempre al amor!
ResponderEliminarMe encanto el texto,
andas como surrealista
:)
Besos mil
Hola Amiga, quer la tengo abandonada, ya le escribiré para ver cómo andamos...
ResponderEliminarSí ando medio surrealista, con muchas cosas en la cabeza y proyectos. Y leyendo mucho, mucho
Besotes!